domingo, 29 de noviembre de 2015

Saber SER. Competencia clave para trascender

La polisemia de la palabra competencia permite que muchas personas, empresas o entidades la usen de forma imprecisa, generando posiciones encontradas entre los diferentes públicos y audiencias. Esta diversidad de significados, nos pone en alerta sobre la riqueza misma de la palabra y los retos que esto implica para su adecuado uso y pertinencia en el contexto que se mencione.

La palabra competencia en esta breve reflexión la vamos a leer desde la vista de las ciencias de la educación, particularmente haciendo énfasis en las genéricas, que nos hablan sobre “el modo de actuar de las personas tituladas en su desempeño ciudadano y profesional” (Yániz, 2015, p.17). Las competencias genéricas establecen el marco de referencia y el fundamento que toda persona debe tener para entrar en la vida laboral y conectarse con la dinámica empresarial.

En razón con lo anterior, el trabajo en equipo, transmitir conocimiento experto, gestionar información, gestionar el propio aprendizaje, comunicarse de manera efectiva, redactar adecuadamente textos, entre otras, son ejemplos naturales cuando de contratar una persona en una empresa se trata. En este sentido, las competencias genéricas son la base para tener oportunidades de ingreso al mundo laboral. Esto es, mientras más dominio se tenga de estas, mayor visibilidad y atractivo habrá para la compañía que se interese en el perfil de la persona.

Te has puesto a pensar en ¿cómo están tus competencias genéricas? La respuesta debe motivarnos a revisar aspectos propios de nuestras prácticas empresariales y animar nuevas formas de avanzar en el conocimiento de las habilidades que tenemos y debemos desarrollar para alcanzar mayores niveles de dominio en las actividades que se nos encomiendan a diario en las empresas.

Sin perjuicio de lo anterior, las competencias genéricas deben ser complementadas con una lectura trascendente de la vida personal, donde no solamente se privilegie el saber hacer, el saber conocer y el saber convivir. Lo anterior, implica entrar en la profundidad del saber ser, una competencia que implica desarrollar el sentido trascendente del individuo, donde sus acciones benefician a otros y éstos a su vez hacen lo mismo con quienes tienen a su lado.

Yarce (2014) indica tres elementos claves para desarrollar la competencia del saber ser:
  • Aprender a pensar
  • Aprender a querer
  • Aprender a amar

Aprender a pensar, esto significa que debemos entender que todo está conectado, que estamos en una red de conexiones, que establecen y modifican comportamientos que nos hacen diferentes y complementarios al tiempo. No es posible entender la dinámica del mundo de forma aislada, sin generar tensiones por ignorar las relaciones presentes allí, algunas de ellas visibles otras no.

Aprender a querer, es profundizar en la voluntad del hombre, en las actitudes y disposiciones que tiene para entrar en la existencia del mundo o de otras personas, para conocer y compartir. Es el esfuerzo sostenido para dar vida a los propósitos y ser fieles, a pesar de las tempestades, para alcanzar los resultados. Bien dice la sabiduría popular: “el que quiere, puede”.

Aprender a amar, es una comprensión del otro en mí, es ponerse en situación con el otro y experimentar la donación mutua que sella la relación con su prójimo. El que ama comparte y permite que emerja lo mejor del otro. No se alcanza plenitud al cumplir un conjunto de reglas o mandatos, sino en la espontaneidad de la construcción permanente de la relación.

Si logramos transitar en las consideraciones del saber ser, los demás saberes estarán armonizados y complementados, como quiera que la riqueza de tu perfil en las organizaciones, no estará solamente en aquello que has aprendido en la universidad o en lo que eres académica y empresarialmente hábil, sino en la convicción y firmeza del desarrollo trascendente de tu propio saber ser.

El Editor.

Referencias
Yarce, J. (2014) Liderazgo trascendente. Bogotá, Colombia: Editorial Panamericana.
Yániz, C. (2015) Las competencias genéricas como finalidad educativa. En Villardón-Gallego, L. (Coord.) (2015) Competencias genéricas en educación superior. Metodologías para su desarrollo. Madrid, España: Narcea S.A de Ediciones. 13-23

sábado, 21 de noviembre de 2015

Reingeniería actitudinal

Dicen que la actitud lo es todo, que es la forma como nos movilizamos para alcanzar lo que queremos. Leyendo recientemente el libro del Dr. Juan Pablo Aguilar Meza, denominado “Reingeniería actitudinal: La ciencia y el arte de potenciar la actitud” encontré una definición de lo que es una actitud:

La actitud es un estado emocional adquirido, preconcebido, relativamente duradero y susceptible al cambio, el cual resulta de un sistema multicomponente y dinámico de factores internos y externos que influyen en la forma de pensar y actuar de una persona respecto a un suceso, tema, individuo o situación” (Aguilar, 2015, p.16)

Una definición que establece todo un desafío multidimensional para comprender como movilizar ese estado emocional, que vamos adquiriendo conforme nuestras experiencias personales. Bien afirma el Dr. Aguilar que “no se puede tener una actitud respecto a algo que no se conoce”, es necesario entrar en contacto con el mundo y sus niveles de sensibilidad para encarar y definir una forma de asumir una realidad.

Sigue en su reflexión el académico, indicando que “una actitud puede cambiar por nuestro razonamiento, o por la influencia de otros”, lo que implica necesariamente deconstruir la realidad donde habitamos, cambiar aquello en lo que creemos y nuevamente conectar con los otros. Una actitud renovada, implicar abandonar los prejuicios que hacemos de otros y de nosotros mismos, para reconstruir el sistema que la contiene.

Si una actitud cambia, anota el científico, cambia todo. Una frase que nos advierte que la transformación que buscamos y queremos está más cerca de lo que esperamos. Es un viaje que implica tomar acción sobre nuestras propias creencias, formas de pensar y de conocer el mundo donde vivimos y darnos la oportunidad de conectar y abrir espacios para comprender que, sólo en la sintonía con otros, somos capaces de movilizar acciones que el mundo espera y necesita.

El Dr. Aguilar establece nueve características claves de la actitud: es reforzadora, tiene intensidad, es transmisible, es multidimensional, se puede exportar, es preconcebida, es modificable, es proyectiva y finalmente y no menos importante multiplicadora. Cada una de ellas se desarrolla, impacta y define a los individuos de tal forma que establece elementos concretos que pueden ser modelados y trabajados para movilizar a las personas para que alcancen un mayor potencial.

Si lo anterior es correcto, podemos comprender, como anota el Dr. Aguilar, que “nadie se equivoca a propósito, se toman decisiones con la información o la emotividad inadecuada”, una expresión que nos sumerge en la realidad de las emociones y diferentes variaciones de las personas. Una reflexión que nos lanza a descubrir las raíces del ser humano que nos convoca y nos interroga, para que podamos comprender aquellos influenciadores que distorsionan la realidad y nos confunden frente a otros.

Modificar la actitud es un reto que exige una re-conexión del hombre con su propia realidad, con sus sueños y retos, una motivación intrínseca, que modifica la intensidad de la actitud, afectando la manera como nos lanzamos a lograr las cosas. 

En este contexto, revisa tus actitudes y la percepción que tienes del mundo, sólo así podrás desaprender aquellas actitudes nocivas y cultivar aquellas que fortalezcan tus influenciadores internos para superar tus propias limitaciones y resignificar tu propia vida desde la pedagogía del error.

El Editor

Referencia

Aguilar, J. (2015) Reingeniería actitudinal: La ciencia y el arte de potenciar la actitud. Guadalajara, Jalisco. México: Impre-Jal S.A de C.V.

domingo, 8 de noviembre de 2015

El caso de negocio: Tu vida

Con frecuencia se escucha cuando se quiere “vender” un proyecto o iniciativa, sobre el “caso de negocio”, esa práctica empresarial que busca demostrar que las inversiones que se quieren hacer van a rendir los beneficios que la organización y los clientes esperan. De acuerdo con el Dr. June Paradise Maul, autor del libro “Developing a business case” siete son los pasos que se deben tener en cuenta para formular un caso de negocio:

1. Defina la oportunidad. Esto supone describir la situación y el objetivo de negocio que su propuesta va a afectar. Lo anterior supone conocer en profundidad aquello que se quiere lograr, los retos que implica y las transformaciones que se van a generar si se implementa.

2. Identifique alternativas. Elabore y desarrolle cursos de acción que se pueden adelantar para capitalizar la oportunidad. Para ello, genere una lista de opciones, recibe comentarios de sus grupos de interés y priorice aquellas que adviertan mayores beneficios.

3. Recolecte información y estime marcos de tiempo. La información que se requiere posiblemente está en sus colegas de otros departamentos o de otras industrias, reportes especializados de revistas, expertos de la industria, fuentes en internet, firmas de consultoría. Y de otra parte la estimación de tiempo requiere de estimaciones y condiciones del contexto, así como las expectativas de aquellos que pueden llegar a ser patrocinadores de la iniciativa.

4. Analice las alternativas. Considerando la información disponible y las métricas establecidas en el paso No.1, se desarrolla un marco de comparación de alternativas que determine aquellas de mayor impacto en términos de tiempos, capacidades a desarrollar (cambio en el status quo) y eficiencias financieras.

5. Haga su selección y evalúe los riesgos. Seleccionar la mejor alternativa, exige comprender el escenario incierto que rodea la implementación de la misma, capitalizar los posibles desequilibrios como oportunidades para crear nuevos puntos de quiebre que redefinan la forma de hacer la cosas y de igual forma, establecer acciones de mitigación que suavicen eventos inciertos de la propuesta.

6. Plantee un plan para implementar la idea. Esta actividad debe llevar un propósito claro para su desarrollo, establecer una lista de hitos claves, momentos de comunicación a los tomadores de decisiones sobre el avance, identificar los recursos necesarios, indicar cuando se generarán los beneficios y tener un registro de su resultados.

7. Comunicar su caso. Esta es una de las fases más importantes, lo que implica conocer muy bien su audiencia, qué quiere de cada uno de ellos, qué valores son los más importantes para tomar la decisión, cómo se beneficiarán de la puesta en marcha de la iniciativa, demostrar solvencia en el tratamiento de los riesgos y sus oportunidades y conocer como sus posibles patrocinadores quieren recibir esta información.

¿Te has puesto a pensar en el caso de negocio que es tu vida? Las oportunidades son el ejercicio permanente de abrir horizontes y crear el futuro que quieres. Por tanto, define y confirma tu caso de negocio para comunicar diariamente, con tus capacidades y logros, las transformaciones que eres capaz de alcanzar y la vida en abundancia que genera, ser fiel a la vocación y talentos recibidos.

Referencia

Paradise, J. (2011) Developing a business case: expert solutions to everyday challenges. Boston, MA. USA: Harvard Business School Publishing.