Comenta John Maxwell en su libro “El ABC del trabajo en equipo” una de las responsabilidades básicas de un líder es “vislumbrar el potencial que las personas no pueden ver y ayudarlas a mostrarlo (…)”. Esto es, otorgarle la oportunidad de crecer y florecer, descubrir las virtudes que viven en su ser, revelar el camino de la grandeza que cada ser humano está llamado a lograr, pues para eso ha sido creado.
Nada más gratificante que tener la oportunidad de acompañar a una persona en la conquista de sus propios temores, de sus propios “demonios”, para que desencadene la fuerza que transforma todo lo que toca, todo lo que vive, todo lo que quiere. Experimentar como un ser humano se transfigura, es decir, cambia su camino de inercia personal y encuentra la luz interior que lo moviliza, es compartir la palabra que se hace vida en cada uno de nosotros.
Poder ver las capacidades innatas y por descubrir de los individuos es una tarea que demanda un ejercicio de conocimiento propio y encuentro con el otro. Una búsqueda de sentido personal, que trata de cumplir la promesa de aquellos que han sido capaces de superar el “donar” algo de sí, para “donarse” todo de sí. Sin una entrega real y total no es posible prosperar en tu sueño, esa aventura en la que estás dispuesto a dar el ciento por uno.
Más adelante Maxwell, comenta “aunque les dieras a todos los integrantes de tu equipo la oportunidad de aprender y crecer, y todos la aprovecharan al máximo, descubrirías que todavía careces del talento necesario para alcanzar tu sueño (…)”, la pregunta que surge inmediatamente es ¿entonces qué hace falta? Encontrar aquellas capacidades específicas que les permitan cruzar la brecha entre aquello que son y eso que quieren ser.
Lanzarnos a potenciar los talentos de otros, es la respuesta que el mundo necesita para zanjar la fisura del hombre dividido, del hombre sin rumbo, una declaración de los guerreros de luz, que busca desterrar las tinieblas de la pereza y de la indiferencia para crear un entorno de generosidad y amabilidad que siembre la semilla de la confianza y ésta florezca cual rosa en primavera, llena plenitud y libertad.
Asumir el reto de ser plataforma para otros y recorrer el camino de la virtud que nos lleve a donde nadie ha ido, es equilibrar las fuerzas inestables de un mundo dominado por el individualismo, la mentira y el egoísmo. Es decirle al orbe, que hemos decidido ser diferentes, marcar la diferencia y quebrar el statu quo, para que la energía que yace en cada uno de nosotros brille y rompa las cadenas de aquellos que sólo ven que pasan las cosas.
Negarnos la posibilidad de animar a otros a que quiebren sus propias marcas, que superen sus propias metas y quiebren sus propios modelos, es condenarnos a nosotros mismos a encontrar nuevas motivaciones para seguir entendiendo que la vida es una puerta a la eternidad que se mantiene abierta, siempre y cuando nunca de dejes de insistir y avanzar, un portal dimensional que comunica nuestra humanidad con la divinidad.
El Editor
Cada vez que le entregamos a otro la mano para que crezca, se potencie, considero que nos esta potenciando de igual manera a nosotros. Esto nos brinda una posibilidadd de crecer, de ser mejores y un poco mas modestos, de saber que estamos ayudando aalguien mas y que a la vez nos estamos ayudando a nosotros mismos: es en suma un proceso de Gana Gana, en el cual las dos partes se benefician. No obstante y cuando lo hacemos sin esperar nada a cambio, recibimos mucho mas de lo que imaginamos. Esta es la verdadera escencia del tema: entregarnos, dar lo mejor de si para que otros crezcan... sin pedir nada en retribución.
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