domingo, 17 de marzo de 2024

Mudar la "piel del éxito"

Ningún cambio en la vida está exento de riesgos, de retos y de transformaciones que desafían lo que sabemos. Sin embargo, sin esos cambios no es viable avanzar en el nuevo camino que se abre ante nuestros ojos. Sólo la persona que aprender puede cambiar. Aquel que dice que terminó de aprender, empieza a “morir”, empieza a deteriorarse, a extinguirse en vida. Todo lo que hemos aprendido es un tesoro que nos ayuda a avanzar, pero igualmente puede ser una carga, para poder evolucionar cuando no se actualiza o reta.

Es importante tener momentos de paz y tranquilidad que restauren las fuerzas y renueven la voluntad, pero no acostumbrarnos a la quietud y a la inercia, pues podemos exponernos a una zona de invariabilidad que lo único que hace es debilitar nuestra fuerza y poder interior, donde yace la semilla permanente de transformación y ruptura que sabe que hay un potencial siempre disponible para avanzar más allá de lo somos hoy. El futuro vive en cada uno de nosotros, está en cada uno corresponder con esa promesa de vida que hemos recibido

Avanzar en la vida es una decisión individual que demuestra nuestra valentía y compromiso con nuestros anhelos y sueños, con el reto permanente de transformarnos a nosotros mismos en otros distintos, de encontrar en los otros una oportunidad para trascender desde nuestro ejemplo y nuestra propia historia. Somos sembradores de la vida, semilla de esperanza y poder transformador disponible para todo aquel que quiere ir más allá de lo que ha aprendido, que está decidido a abandonar las zona de los elogios y reconocimientos alcanzados, para mudar la “piel del éxito” y abrir nuevos caminos para reinventarse a sí mismo.

Alcanzar la maestría en una disciplina o arte implica muchas horas de trabajo, esfuerzo, técnica y perseverancia, que si bien muestra la capacidad y dominio de sí mismo, superar la sensación de logro y éxito al alcanzar el potencial esperado, es un proceso que implica ceder el espacio de la cima a otro, esto es, convertirse en un maestro, que usando su propia sabiduría y visión, pueda mostrar alternativas y rutas a todos aquellos que quieren alcanzar su propio potencial. Un maestro realmente comprometido con sus discípulos, no enseña aquello que ellos ya aprendieron, te ayuda a hacerte mejores preguntas para que descubras el camino que te llevará a superar tu propio ego y revelar el camino de la humildad.

El cambio en la vida surge de mantener preguntas sin contestar, sueños sin cumplir y expectativas sin superar. Todo esto permite al hombre mantenerse en una postura de aventura y apertura para encontrar nuevas alternativas para desaprender, para despojarse (y renovar) lo que ha aprendido y revelar la ruta de la sabiduría. 

Una ruta que se alcanza al tomar distancia de sí mismo y verse en perspectiva de su propia vida, agradeciendo a la divinidad la oportunidad de vivir intensamente cada momento y sobremanera tener la bendición de mantener una vida con propósito, una vida que se define y entrega para sembrar, sabiendo que el sembrador no verá ni recogerá los frutos, que sólo lo hace por el placer de haber sembrado bien y así cumplir su propia misión: darse a sí mismo por los otros.

El Editor

domingo, 10 de marzo de 2024

Expertos y exploradores

Avanzar y descubrir nuevas oportunidades y condiciones para crear y proponer demanda un cambio de perspectiva, un cambio de paradigma y de pensamiento, salir de la ortodoxia y mostrarse muchas veces atrevido frente a lo establecido. En ese sentido, debemos combinar una mente de “experto” que conoce y describe con claridad los caminos sobre un escenario (basado en su experiencia y repetidos “logros”), con una de “explorador” que muestra respeto por los datos e irreverencia con el “conocimiento” (Bouquet et al., 2021, p.183)

Con el paso de los años la experiencia, eso que nos queda luego de haber intentado y obtener resultados que no se ajustaban con lo que esperábamos, nos permite contar un bagaje de particular arrojo y valentía para atravesar situaciones y establecer patrones que pueden servir como parámetros para situaciones posteriores, sin ser recomendación para hacerlo nuevamente futuro. Esa experiencia habilita al ser humano a tener confianza y al tiempo cautela para tomar decisiones y establecer algunas acciones que permitan capitalizar el conocimiento adquirido y fortalecer la capacidad de reflexión que resulta del interés para explorar el presente.

La experiencia con el tiempo se transforma y se sitúa en el ser humano como “expertise”, como esa capacidad de probar y experimentar para recabar datos y conocimiento que lleva a una persona de un punto del saber a uno nuevo y enriquecido, que construye desde su propia acción y exposición real. Cuando se confía mucho en la experiencia y nos negamos la oportunidad de sorprendernos, ese “expertise” deja de ser una “virtud” y se transforma en una limitación. La experiencia es sabia y prudente, sin embargo, en un mundo cambiante que nos reta con sus propuestas novedosas, requiere una dosis de aventura y transformación que permita nuevamente enriquecer lo aprendido o en el mejor de los casos retarlo.

De esta forma, la mentalidad de “explorador” aparece como una oportunidad de indagar, inspeccionar y descubrir aquello que se advierte en la realidad. Es mudar los ojos que ven lo conocido y dejarse sorprender por incongruencias, anomalías y señales débiles, para revelar matices escondidos en la dinámica del entorno, que sugieren formas distintas de reconocer el mundo y entenderlo. Un explorador recolecta y concreta la información disponible del entorno actual y detecta patrones emergentes, con el fin de establecer nuevas oportunidades para probar y analizar. Es un viajero, que encuentra en el paisaje su mejor lectura y en el terreno los datos que confronta y desafía frente a aquello que conoce o a lo mejor desconoce.

El explorador pacta con el incierto y establece conversaciones abiertas y retadoras con su saber previo, para desinstalarse de su propia experiencia y desde allí observar y divisar cómo lo “desconocido”, “incierto” e “inestable” cobra un nuevo sentido para construir y establecer nuevos referentes de la realidad, que lleven a entendimiento distinto o novedoso que transforme y renueve su saber previo. Un explorar tiene un plan para el camino, que si bien le sirve de guía, no es una camisa de fuerza que lo obliga a seguirlo de principio a fin. Es un plano en construcción y actualización permanente, que habilita una mente flexible para tomar acción y encontrarse con aquello que no tenía previsto alcanzar.

En consecuencia, en el caminar de la vida, debemos capitalizar todo el tiempo nuestra experiencia, sin perder nuestra postura permanente de exploradores. Son dos lecturas de una misma moneda que nos permiten mantener una lectura de la realidad situada y documentada desde aquello que hemos vivido o visto antes, así como una postura vigilante y de aventura que nos invita a caminar y recorrer lo inesperado de un territorio, para desde allí dejarnos interrogar en nuestro saber previo y lanzarnos a descubrir y construir nuevos lugares comunes que nos lleven al siguiente nivel de nuestra evolución.

El Editor

Referencia

Bouquet, C., Barsoux, J. L. & Wade, M. (2021). A.L.I.E.N Thinking. The unconventional path to breakthrough ideas. New York, USA: Public Affairs Hachette Book Group, Inc. 


domingo, 3 de marzo de 2024

Anticipar el futuro para retar el presente

El futuro no se puede predecir, no obstante lo anterior, si es viable advertir diferentes futuros posibles y por tanto, movilizar toda nuestra atención y acción para concretar y motivar alguno de ellos desde el presente. En este sentido, es necesario anticipar el futuro retando el presente, para lo cual es necesario actuar en consecuencia y no esperar que lo que viene nos sorprenda y desestabilice de formas inesperadas aquello que hemos visualizado y planeado previamente.

En este ejercicio es necesario, en primer lugar revelar el futuro implica al menos dos momentos: anticipar las amenazas y visualizar los riesgos. Anticipar las amenazas implica producir alertas tempranas, y analizar posibilidades mediante la detección de señales débiles, patrones y tendencias que permitan visualizar los cambios en el territorio que vamos a examinar. Es caminar en las memorias del futuro, como un navegante que toma nota de las condiciones de la ruta que ha trazado sin perjuicio de los inciertos naturales que se pueden presentar.

Visualizar los riesgos demanda proponer visiones retadoras y novedosas para explorar nuevos vectores de inciertos, los cuales deben ser analizados para motivar con tiempo las acciones y estrategias de mitigación y de disminución de impacto que se puedan considerar frente a estas situaciones adversas. Cuando se concretan estos dos momentos, se cae el velo del futuro y se abre la oportunidad de distinguir mejor las oportunidades y los retos que se van a asumir para transformar el presente.

En segundo lugar, tenemos desafiar el presente que está compuesto por otros dos instantes: descubrir lo inédito y materializar eventos. Descubrir lo inédito requiere explorar situaciones hipotéticas, y estudiar estrategias inesperadas que no se hayan visto a la fecha. Es un ejercicio para plantear posibilidades y apuestas sobre que se ha revelado en el futuro como un plano incompleto e imperfecto de lo que puede ocurrir con el fin de divisar aquello que se puede lograr y describir algunas pistar de cómo alcanzarlo.

Materializar eventos demanda simular escenarios inéditos e inciertos a través de prototipos, artefactos o pruebas para validar nuevas realidades y concretar nuevos desafíos. Es un entrenamiento previo y situado de los escenarios que plantea lo inédito, donde estamos dispuestos a desafiar lo que hemos aprendido, retar lo que sabemos y darnos la oportunidad de encontrar nuevas formas de hacer las cosas.

La combinación de revelar el futuro y desafiar el presente, establece una exigencia personal para reconocer que sólo podemos movernos hacia adelante si estamos dispuestos a salir de lo que conocemos, si estamos comprometidos con la expansión de nuestros horizontes y sobremanera, si queremos transformar lo somos hoy y abrirnos a las oportunidades que se advierten hacia adelante. En este proceso, no sólo debemos confiar en nuestras fuerzas y conocimientos, sino ser dóciles a la voluntad divina que como guía permanente nos provee de aquello que necesitamos para alcanzar el potencial que tenemos y la vida plena a la cual estamos llamados.

El Editor