lunes, 22 de junio de 2020

El coeficiente de curiosidad

En un escenario cada vez más inestable y complejo, es decir, en un entorno donde se requiere cada día incrementar la capacidad para ver aspectos novedosos de la realidad, es necesario desarrollar capacidades que permitan al individuo moverse y anticiparse a las dinámicas asimétricas del ambiente. En este sentido, se debe pasar de una postura cómoda y basada en certezas a una incómoda y regida por los inciertos, con el fin de mantener un estado de preparación y prospectiva permanente con el fin de tomar posiciones estratégicas frente a las volatilidades naturales y así aprovechar sus oportunidades.

De acuerdo con investigaciones recientes, existen tres cualidades psicológicas que habilitan al ser humano para manejar la complejidad: el coeficiente intelectual (lo relativo a su habilidad mental), el coeficiente emocional (lo relacionado con el percibir, controlar y expresar emociones) y el coeficiente de curiosidad (aquel que revela la apertura a nuevas experiencias, genera ideas originales y mantiene el “hambre mental” por conocer y explorar) (Chamorro-Premuzic, 2014).

Una persona con un elevado nivel de coeficiente de curiosidad permanece con una postura de aprendizaje permanente frente a la complejidad y la ambigüedad. No se deja invadir por la sensación de “vacío o incierto” que genera el “no saber”, sino que se moviliza en los terrenos inestables, para identificar elementos que puedan ayudarlo a diseñar o encontrar respuestas parciales que lo lleven a descubrir aspectos de la “nueva realidad” que lo inviten a salir de su zona de cómoda.

Un ser humano que busca incrementar su nivel de coeficiente de curiosidad al menos debería cultivar las siguientes características, como base de su práctica renovada para navegar en aguas inciertas:
  • Exploran en el incierto y retan sus saberes previos.
  • Encuentran emocionante lo novedoso y lo que no encuadra en sus marcos de referencia.
  • Afrontan la complejidad y la ambigüedad con apertura para descubrir nuevas fuentes del saber.
  • Generan ideas originales a partir de conectar y desconectar aquello que conocen y saben con lo que no saben ni conocen.
  • Mantienen una "mente hambrienta" que frecuentemente declara que "no sabe" y está dispuesta a aprender.

El coeficiente de curiosidad, deberá estar articulado con los otros coeficientes mencionados para balancear las nuevas capacidades que se incorporan por el aprovechamiento y desarrollo de la curiosidad. Es decir, habilitar un pensamiento sistémico que analiza en profundidad una temática, desdobla la complejidad de los hechos y descubre las relaciones visibles e invisibles, para luego sintetizar y conectar los diferentes puntos identificados con las novedades del entorno, para simplificar las lecturas de la realidad y hacer visibles posturas inéditas de los temas propuestos.

Lo anterior supone, en palabras de Ackoff (1997), que surja la creatividad como esa “habilidad para identificar restricciones autoimpuestas, removerlas y explorar las consecuencias de la remoción”, para lo cual es un mandato tomar distancia de las reflexiones conocidas y estables, para motivar “errores brillantes” (Schoemaker, 2011), aquellos que cuando de materializan cuestan muy poco y tienen todo el potencial de valor posible, un ejercicio de simulación y experimentación que sitúa al hombre en nuevos puntos de comprensión y entendimiento.

Así las cosas, es momento de potenciar el coeficiente de curiosidad para abordar la vida y sus retos con la energía y las capacidades requeridas, con el fin de entender que vivimos en medio de ciclos globales que son movimiento, que son cambio permanente y por tanto, es necesario reconocerlo cuanto antes y reconciliarnos con ellos, para aprender a surfear las olas de las inestabilidades y así abrir nuevas posibilidades de progreso y conocimiento para aquellos que están dispuestos a interrogar el status quo.

El Editor

Referencias
Ackoff, R. (1997) Cápsulas de Ackoff. Administración en pequeñas dosis. México, D.F, México: Limusa. Noriega Editores.
Chamorro-Premuzic, T. (2014). Curiosity Is as Important as Intelligence. Harvard Business Review. De: https://hbr.org/2014/08/curiosity-is-as-important-as-intelligence
Schoemaker, P. (2011). Brilliant mistakes. Finding success on the far side of failure. Philadelphia, USA: Wharton Digital Press

sábado, 6 de junio de 2020

Los amigos: activos valiosos


Los amigos constituyen un activo muy valioso para las personas y el mundo. Son ese oasis en medio de la inestabilidad y la tempestad que brinda apoyo, cobijo, ternura, fortaleza y energía para seguir. Los amigos son esos seres de luz que están allí, aún tu no los puedas ver, pues su cariño y su pensamiento están cerca de tus reflexiones y tus acciones. No te abandonan nunca, no te señalan, ni te juzgan, pero si te interrogan, te retan y te mueven fuera de la zona cómoda para que evoluciones y alcances mayores niveles de desarrollo individual.

Los amigos se reúnen para conectarse y renovarse unos a otros. Son una fuente inagotable de ideas, de sonrisas cómplices y de oportunidades para ver más allá de nuestros propios sesgos cognitivos. Los amigos nos ayudan a crecer como personas y como profesionales. Son habilitadores del crecimiento individual y colectivo, cuando se animan a avanzar en medio de proyectos y retos novedosos, cuando planifican un meta superior y marcan objetivos de mediano y largo plazo que logran juntos, cuando identifican aquellas renuncias necesarias y evitan las distracciones del entorno para lograr aquello que no se hecho antes.

Los amigos nos recuerdan que la mejor inversión que podemos hacer es fomentar relaciones de largo plazo, donde de forma conjunta es posible darle forma a la realidad y lanzarse a transformarla. Los amigos nos revelan ejemplos de vida que ilustran y configuran imaginarios que nos llevan a hacer que las cosas pasen, esa lectura personal en clave de humanidad y sensibilidad que hacemos para superar el peligro de creer que “llegamos a la meta”. Los amigos son provocadores de cambios cuando logran conectarse con nuestros retos y sueños, son detonadores de potencial acumulado para que perseveres en el cumplimiento de la esencia de tu propia misión.

Los amigos están en el centro de la cultura del “ser” antes que la del “tener”. Son guardianes de valores prioritarios como la espiritualidad, la familia, la integridad, el respeto, la honestidad, la esperanza y la fe. Nos permiten ver nuevas opciones y caminos para explorar y lanzarnos a continuar avanzando en nuestro proceso de formación interior, donde los límites desaparecen y la abundancia de bienes materiales y espirituales se desborda en cada momento de la vida, según los tiempos y momentos que marque la dinámica del universo.

Si un amigo no te anima a perseverar en el bien ni en el desarrollo de tus talentos, no es realmente un amigo, es un ser en las tinieblas que no busca tu bienestar y que en su boca sólo encontrarás engaño. Los verdaderos amigos quieren que surjas, que progreses, que prosperes y que alcances todo tu potencial. Te ayudan a liberarte del exceso de equipaje, a ser estratégico para dar las batallas claves de forma inteligente y a movilizarte en medio de las tensiones y olas de la vida, para que tu mente y corazón esté sintonizada con ideales nobles. Recuerda todo el tiempo que, como afirma González (2016, p. 147): “Eres libre de elegir tus sueños, y ese es un privilegio que no te puedes negar”.

El Editor

Referencia
González, F. (2016) El lenguaje del éxito. Descubre el código de los ganadores. Guadalajara, Jalisco. México: Ser Editorial.