El poder de la
palabra, muchas veces subestimado, es una fuerza natural que el hombre ha
recibido como regalo de la divinidad. Cada palabra contiene y expresa la fuerza
de la naturaleza y de la esencia misma del Creador. Cuando DIOS le dio al
hombre el “poder” de nombrar las cosas, le compartió el poder de “crear”, de
hacer visible y materializar algo en el mundo. Cada vez que nombramos cosas,
hacemos distinciones en el mundo, estamos dando “vida” a algo en el universo.
Las palabras son
fuerza y vida, son expresiones del aliento de un DIOS vivo, que se mueve entre nuestras
declaraciones, acciones y definiciones. Un don divino e inexplicable que abre o
cierra posibilidades, un acto generoso de la acción divina, que le permite al
hombre dibujar sobre un lienzo en blanco y restaurar aquello que estaba
perdido, encontrar eso que esta oculto y revelar eso que estaba encubierto.
Nunca pienses que tu
deseos o declaraciones son palabras en vano, o expresiones caprichosas del
corazón del hombre, son la apuesta generosa de DIOS en nuestra vida, para
quienes de forma abierta y dócil, son capaces de leer y apropiar las
inspiraciones de la divinidad. Un acto de amor que se nutre de la ductilidad
del alma humana y la potencia y poder de la acción divina. Una palabra puede
cambiarlo todo en un momento donde todo parece oscuridad y limitación.
Cuando hables,
piensa en aquello que vas a decir, pues estará activando en el universo la
fuerza que transforma el mundo y te reinventa como persona. Una palabra de
apertura y generosidad, desata las bendiciones y gracias para aquel que las pronuncia,
una expresión de gratitud que sólo se concede a aquellos que han entendido que
dar en más poderoso que recibir.
Recuerda que cuando
estás en oración, tu palabra es el canal que abre las puertas de la eternidad,
que cautivan el corazón del eterno; esa puerta misteriosa que esta oculta para
los arrogantes y descuidados, y permanentemente
abierta para los humildes y cuidadosos. Es por esto que la oración tiene el
poder de cautivar y canalizar la fuerza de DIOS. Cuanto más íntima y generosa,
más fuerte y fascinante sus resultados.
La palabra es la
fuente de una experiencia personal que establece un marco de referencia entre
lo humano y lo divino. Mientras lo sobrenatural espera todo el tiempo revelarse
en el entorno natural, lo natural divaga en sus caminos para conectarse con lo sobrenatural.
Lo que nos atrae a lo sobrenatural, no es nuestra vida natural, es la vocación
orante que encuentra nuevas razones para salir de la zona cómoda y romper con
la rutina de lo conocido y explorado.
Si encuentras en tus
palabras y tus deseos, los mejores motivadores para avanzar hasta donde nadie jamás
ha ido, sabrás que estarás quebrando las ataduras de tus “excusas”, destruyendo
la comodidad de tus saberes y liberándote de tus cegueras cognitiva, tres procesos
que caminan en la presencia de un DIOS sobrenatural que logra transformaciones
imposibles, desde la generosidad y limitaciones de un ser contingente y posible:
el hombre.
El Editor