Termina un ciclo más de la tierra alrededor del sol. Un ciclo con aprendizajes/desprendizajes, logros, intentos y retos superados. Nada ha pasado por casualidad. Todo lo que hemos vivido en este año ha tenido un propósito superior, prepararte para las nuevas bendiciones que la Divinidad tiene para ti. Terminar un momento en la historia de la humanidad, es abrir uno nuevo, una nueva esperanza y nuevas ilusiones. Cerrar un año, es revisar las nuevas experiencias adquiridas e integrarlas a la “caja de herramientas” para fortalecer aquello que nos hacía falta o que se debía ajustar.
El nuevo año no es otra cosa que la ejecución de un plan que se define en la eternidad y se modifica y concreta en nuestra realidad. Es la puerta al querer del “Dueño de la vida” y disponer los medios que nosotros los humanos facilitamos para que se haga realidad ese querer supremo. Cuando dejamos que el brillo de la divinidad vibre en nuestro interior se transforma todo lo que tocamos y vemos, pues la fuerza de lo Alto se traduce en todo a nuestro alrededor.
El nuevo año es una experiencia por descubrir, un camino que recorrer y una serie de eventos por aparecer. Cada evento que tengamos en 2023 será una manera de mantener y fortalecer nuestras habilidades, de compartir o construir con otros, y sobremanera, una forma de hacernos uno con el plan de aquello sagrado en el cual creemos. Este nuevo año debe ser una oportunidad para descubrir quiénes somos y de qué somos capaces, pues sólo así podemos explorar y superar nuestros propios temores, y dar testimonio de la fe que profesamos y los sueños que perseguimos.
Al terminar es año, que la literatura ha llamado de transición pospandemia, nos quedan muchas lecciones y múltiples retos hacia adelante. Las lecciones como humanidad que aún no acabamos de entender de una pandemia que está lejos de terminar, donde nos debemos mirar más como humanos y cercanos, donde los países más poderosos hicieron sentir su condición y donde los regímenes totalitarios y dictatoriales disfrazados de ovejas, terminan sometiendo a los más pobres y menos educados con promesas que saben no podrán cumplir.
Los retos como personas que somos están en nuestra forma de reconocer nuestro entorno, de sentirnos parte de algo superior, de estar conectados con los demás a través de diferentes momentos, situaciones y contextos. Cuando aprendamos a identificar y experimentar la perspectiva ecosistémica de la vida, se abrirán nuestros ojos a la dinámica del mundo donde todos sumamos y construimos la sociedad y el mundo. Nadie es menos o más importante en este proceso, pues cualquiera desde su propia realidad será capaz de transformar su entorno para enriquecer la vista dinámica del ambiente con sus propios dones y logros.
Terminar estos 365 días de viaje de la tierra alrededor del sol, nos debe advertir sobre la necesidad de transformarnos como humanidad, de reconocernos como seres necesitados y frágiles que tenemos diferentes necesidades y retos, para continuar el viaje en la construcción de nuestra propia historia, esa que deberá ser contada en primera persona por cada uno de nosotros como testimonio concreto y real de los compromisos que hemos asumido para transformarnos en otros distintos, y hacer del nuevo viaje de la tierra alrededor del sol, una metamorfosis permanente del cuerpo y el espíritu, y así abrir las alas de la imaginación a un mundo de oportunidades sin fronteras.