Empezar un nuevo año es un proceso de ajuste que implica reconocer aquellas cosas que aprendimos, entender un poco las perspectivas del presente y sobremanera, establecer el marco de trabajo para materializar alguno de los diferentes futuros que se ven en el horizonte. Iniciar un nuevo año debe estar nutrido por las ilusiones, por los proyectos y el positivismo que nos llena mirar hacia adelante y las posibilidades que se pueden concretar.
Iniciar los nuevos 365 días no es un ejercicio de probabilidades, donde miramos y calculamos cómo serán las cosas en mediano plazo, sino una vista de opciones disponibles para lanzarnos a conquistar aquello que queremos y deseamos. Es un ejercicio de enfoque y perseverancia, que implica posiblemente, tener la flexibilidad para cambiar de rumbo y así poder llegar donde habíamos visualizado. Es claro, que ya es un logro iniciar a caminar, pues ya no estamos en el mismo punto, lo importante es persistir y mantener la vista en la meta para descubrir los caminos que podemos labrar para poder llegar.
No existen rutas únicas durante este nuevo tránsito de la tierra alrededor del sol, sino capacidades de aprendizaje y estrategias flexibles que permiten reinventar el camino, así como el mapa disponible para lograr las cosas que queremos. Es por eso que en un año, cada día es una oportunidad para ver y crear el futuro, no desde nuestros logros y éxitos, sino desde aquellas cosas que no han salido bien, y nos han permitido abrir una ventana para aprender, para romper el velo de las reglas y hacernos mejores versiones de nosotros mismos.
Durante el camino que recorremos durante el año, nada pasa por casualidad, ni por azar. Todos los eventos tienen un propósito, es decir un “para qué” y no un “porqué”, de esta forma mantenemos una vista de construcción permanente, donde cada paso que damos es una forma para fortalecer aquello que hacemos bien, y una estrategia para ajustar y afinar nuestros planes para lograr aquello que queremos. Si mantenemos este espíritu de apertura y suma permanente sólo tendremos cosas positivas para contar y reivindicar el esfuerzo constante para hacer que las cosas pasen.
Asumir un año como un ciclo de aprendizaje permanente, donde cada momento es una oportunidad para interrogar nuestros saberes previos, buscar alternativas a las ya previstas y nutrirse todo el tiempo de la novedad y el incierto, es concretar y asumir la vida como un lugar común donde nos encontramos, compartimos, creamos experiencias y nos conectamos para crear un tejido social renovado, donde todos podemos, si queremos, enriquecernos de las distintas formas de ver el mundo y entender la realidad.
Iniciar un año es una apuesta por encontrar formas distintas de avanzar en nuestros retos y propósitos, un espacio de co-creacion, co-laboración, co-operación y co-ordinación donde es posible darle forma a una idea y apalancarse en las potencialidades de otros, para desarrollar propuestas que cambian la forma de hacer las cosas. Cuando entendemos que los nuevos 365 días son un laboratorio constante para experimentar y superar nuestros propios miedos, el año se transforma: pasa de un marco de tiempo que tenemos para vivir, a un momento de la vida que se nos dá para “ser más”, “descubrir más” y “saber más”.
El Editor.