martes, 17 de diciembre de 2019

Desconectarse

En este tiempo de renovación, de transformación, de reflexión y propósitos, llama la atención la contradicción del mundo moderno, entre la necesidad de comunicación y contacto, y el uso desmedido de los medios masivos de hiperconexión, que más que conectar y encontrar; saturan, aíslan y muchas veces dividen. El mundo de hoy vive en medio de un ruido permanente de noticias (algunas confiables, otras no tanto), que más que informar, crean imaginarios dirigidos por intereses particulares, para movilizar a aquellos ingenuos que sólo se quedan con lo que la red les ofrece.

En este momento es necesario desconectarnos por un momento, para hacer un pare en el camino, tomar distancia de lo que dicen o afirma otros, y tomar el camino del conocimiento interior, para descubrir la ruta que nos lleva a la orilla del silencio del Creador. Ese silencio que te espera para abrirte el corazón y conectarte con la eternidad, con la virtud y con la esencia de la luz que brilla en ti desde que naciste. Un silencio que no calla tus limitaciones, sino que descubre tus potencialidades para renovarte y hacer una mejor versión de ti mismo.

Cuando te desconectas no sólo te encuentras contigo mismo, sino que descubres a aquellos que pasan alrededor de tu vida, esos enviados del dueño de la vida que tienen algo que decirte, algo que enseñarte, algo que mostrarte para que avances hacia el siguiente nivel, donde vas a encontrar nuevos retos, nuevas aventuras y la manera de salir de tu zona cómoda, para descubrir esos dones y virtudes que aún no has desarrollado. Cuando te desconectas del mundo, te conectas con el poder de tu voz interior, que conecta con tu visión sagrada de la vida.

Desconectarse del mundo no es aislarse, ni volverse ermitaño ausente de la realidad. Es precisamente hacerse consciente de las dinámicas del mundo, tomando como referente tu búsqueda trascendente, abandonando el juego de las comparaciones y carencias tan motivado por aquellos que manipulan y engañan, para cambiarlo por las potencialidades y las construcciones colectivas desde las virtudes de los otros, donde la diferencias no restan, ni dividen, sino que suman y multiplican. Cuando te desconectas, encuentra los sonidos del silencio donde vibras en la misma frecuencia de la esperanza, la fe y la caridad.

Busca desconectarte de las envidias, de los maltratos, de las palabras altisonantes, de los insultos, de las malos modales, de la falsa humildad, de las exclusiones y sobremanera de las mentiras, para que puedas abrir un canal de comunicación fluido y permanente con la común unión, con las buenas maneras, con las palabra de ánimo y bendición, con las posturas de apertura y disponibilidad, con la inclusión de los otros, para que finalmente pueda brillar en ti, la verdad, aquella que preguntó Pilatos al Crucificado, y que vive en el corazón del hombre abierto a ser uno con su palabra.

Que esta nueva natividad, sea para que te desconectes de tus propios miedos, de tus viejos hábitos, para que le des paso a una vida en frecuencia modulada con la luz, la bendición y la paz interior, donde se funde la declaración de una misión, la visión de un propósito y la fuerza de una vocación humana y divina; esa que clama ser parte de un nuevo nacimiento, de un nuevo comienzo; donde tomas tus lecciones aprendidas y tus sueños para dibujar un camino incierto y retador, que abrazados a la fe y la luz, puedas potenciar tus capacidades y hacerte uno con el plan mismo del dueño de la vida.

El Editor.