domingo, 5 de mayo de 2024

La mente y sus engaños

La mente humana es un cúmulo de conexiones, representaciones, experiencias y sensaciones que se entrelazan con la historia y creencias del ser humano para darle sentido a la realidad que vive a diario. En este sentido, la mente es una construcción individual que se refina y desarrolla con cada interacción diaria y cada momento de verdad que se tiene en la dinámica de la vida. En este contexto, cada individuo experimenta los engaños de la mente, como esos sesgos y consideraciones que se hacen, algunas veces, aun teniendo información confiable que confirma o contradice aquello que podemos pensar.

La literatura es rica y abundante sobre los engaños que la mente genera por cuenta del entramado que generamos con cada encuentro y relación que tenemos en la vida. Algunas reacciones terminan siendo automáticas, unas más meditadas y otras posiblemente con mayor detenimiento entran a ser escrutadas en los detalles para tomar alguna acción al respecto. En este sentido, los sesgos particulares que cada persona ha desarrollado al final compiten con la información disponible para tomar la acción requerida. En algunos casos los sesgos tomarán ventaja y en otras, la información que se tiene será la protagonista para movilizar los esfuerzos requeridos.

Así las cosas, la mente humana genera una evaluación de pérdidas y victorias de forma relativa y no absoluta, esto es, los individuos situamos y valoramos las acciones respecto de algún punto de referencia (válido para ellos), alrededor de la situación actual o de sus expectativas. Lo anterior significa que cuando se evalúan riesgos, se toman en cuenta los pequeños cambios respecto al riesgo revisado, en lugar de consultar la línea base del nivel de riesgo disponible, lo que puede llevar a sentirse aliviado por reducir un riesgo enorme en una pequeña porción, o excesivamente preocupado por el aumento un riesgo ínfimo (Martin, 2019).

La asimetría natural de esta condición humana establece en algún punto de la reflexión individual el apetito de riesgo que la persona está dispuesta a tomar, esa acción que sabe demanda una posición valiente y calculada (no temeraria y sin previsión) donde se lanza a transformar su entorno actual para alcanzar una nueva posición privilegiada, que le otorga nuevos beneficios, no sin antes pasar por la zona incómoda donde se retan sus propias seguridades y se desafía todo aquello que previamente ha aprendido. Si bien, nada avanza en la zona cómoda, tampoco tomar riesgos de forma inocente y sin reflexión lleva a resultados saludables.

Los seres humanos configuran un cúmulo de percepciones y experiencias que establecen algunas veces obstáculos para movilizarse en momento de crisis, y en otras, son facilitadores del aprendizaje que los llevan a condiciones resilientes, donde son capaces de superar sus propios prejuicios y establecer nuevos referentes de acción y transformación. 

Las amenazas por lo general son más convincentes que las oportunidades (Martin, 2019), por tanto desde las realidades propias de cada persona es necesario retar sus propios supuestos para que rompiendo los engaños de la mente, sean sus propias motivaciones y expectativas las que confronten la realidad, transformen sus miedos y dudas en puntos de referencia que regulen las emociones y mejoren la habilidad de permanecer enfocados en aquello que se quiere alcanzar, a pesar del ruido y las distracciones del mundo.

El Editor 

Referencia

Martin, P. (2019). The rules of security. Staying safe in a risky world. Oxford, UK.: Oxford University Press

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