domingo, 16 de junio de 2024

Estado de aprendizaje: El modo superviviencia del hombre moderno

Sobrevivir en el entorno actual implica no sólo contar con los conocimientos y habilidades necesarias para movilizarse y avanzar, sino la capacidad de aprender y cuestionar lo que hemos aprendido. Cuando se presenta una situación novedosa para la cual no tenemos respuesta, lo natural es retraerse y protegerse tratando de dar solución al momento que se presenta con estrategias conocidas que por lo general no funcionan. Mientras más tratamos de solucionar el momento inesperado con lo que sabemos, menos podemos avanzar (Brassey et al., 2022).

Estos momentos requieren que bajemos la guardia, declaremos que “no sabemos”, que “queremos aprender” y busquemos un “maestro” u otras perspectivas que nos ayuden a ver por fuera de nuestros propios saberes. En este nuevo espacio, donde las preguntas surgen, las oportunidades para fallar se habilitan y sobremanera las respuestas resultan sorprendentes, es momento para explorar y descubrir nuevas formas de ver el contexto, para modificar nuestros marcos de decisión y avanzar en la renovación de nuestra forma de enfrentar aquellos momentos que nos sacan de la zona cómoda.

La única forma de crear una nueva realidad es moviéndonos en el incierto y cambiando nuestra orientación, sabiendo que el “error” será la norma particular de este nuevo camino, lo que Edmondson (2023) denomina los “buenos errores”, esos que nos abren para ver aquello que encaja en lo que conocemos, que nos transforma y nos hace avanzar, sabiendo que los resultados no sólo nos darán insumos valiosos para reconocer nuevos caminos, sino que no habrán consecuencia dramáticas que lamentar.

Cuando cambiamos la lectura de la amenaza del incierto, por la oportunidad de aquello que se puede descubrir, no sólo se habilitan nuevas opciones para hacer, sino que el aprendizaje se convierte en la norma que impulsa la forma de reconocer el mundo. No dar un paso en aquello que desconocemos es negarnos la posibilidad de encontrar nuevas formas de comprender, es una encerrarnos en el saber previo que nos prepara para un mundo que sencillamente ya no existe. La evolución del mundo es tan acelerada, que si no renovamos nuestra caja de herramientas no podremos trazar rumbos que nos transformen en otros distintos.

Estar en la zona incierta es caminar y explorar un territorio que cambia de forma inesperada, que reta lo aprendido, que exige aprender algo nuevo para trazar una ruta en medio de un mar de incertidumbres, sin conocer de antemano los resultados y sabiendo que las respuestas serán provisionales. Esta zona demanda el ejercicio de adaptabilidad, agilidad y deconstrucción de lo aprendido. Es lanzarse a navegar con una carta de navegación preliminar, que se afina con el paso de las horas y que deja de ver la orilla como un referente de seguridad. Es el momento no de ser temerarios, sino valientes para transformar nuestras creencias, formas de pensar, pensamientos y sentimientos para alcanzar un nuevo nivel de transformación personal (Brassey et al., 2022)

Mantener un estado de aprendizaje es abrazar la incomodidad del incierto como el nuevo marco para reconocer el entorno y desde allí crear nuevos mapas de conocimiento, que son inicialmente desinstalados de aquello conocido, y desde allí, recomponer la lectura de aquello desconocido como una nueva ventana del saber que expande la vista actual y permite conectar los puntos antes inconexos. Esto implica “no esperar a que pasen las cosas”, sino “hacer que las cosas pasen”, un compromiso personal que fundamentalmente nos transforma en personas que antes no existían.

Referencias

Edmondson, A. (2023). Right kind fo wrong. The science of failing well. New York, USA: Atria Books

Brassey, J., De Smet, A. & Kruyt, M. (2022). Deliberated calm. How to learn and lead in a volatile world. New York, NY. USA: Harper Collins Publishers


sábado, 8 de junio de 2024

Tres palabras y tres capacidades

En el mundo actual tres palabras son claves para prosperar y alcanzar aquello que nos hemos propuesto: aprender, desaprender y reaprender, las cuales se enmarcan en tres capacidades específicas como la adaptación, la flexibilidad y la agilidad. Cuando los seres humanos retan sus propios saberes previos establecen una nueva oportunidad para ver aquello que aparentemente no estaba presente y se abren a la incomodidad del “no saber”.

Aprender es el reto permanente de los humanos. Aquel que dice que terminó de aprender, se marchita y muere. Aprender es tener la capacidad de sorprenderse y explorar aquello que no “encaja” en la mirada tradicional de la ciencia o la lógica. El ejercicio de aprender empieza en advertir aquello que reta lo que sabemos y nos permite contrastar nuestro conocimiento previo para verlo de formas distintas.

Desaprender “no es olvidar lo que ya se sabe, sino reformular lo aprendido y conseguir verlo desde otro punto de vista” (Sánchez, 2023). Este resulta el más importante de los retos, pues la inercia de lo conocido impide que el cerebro quiera salir de su zona cómoda. Es una manera que nuestro procesador trata de ahorrar energía y esfuerzo. Por tanto, desaprender implica deconstruir lo que sabemos, situarlo en el contexto de las novedades y reconectarlo de formas distintas para crear nuevas distinciones y habilitar nuevas oportunidades para conocer y reconocer.

Reaprender es la propiedad emergente que surge del desaprender. Cuando se crean nuevos patrones o puntos de conexión entre los diferentes elementos expuestos de la realidad, se ajusta el conocimiento previo y se incorporan las nuevas propuestas que aparecen del ejercicio de reconectar de formas inesperadas. En este contexto, el reaprender implica apertura para ver conexiones donde no hay y aventurarse a encontrar situaciones que cambien la manera de percibir la realidad.

Cuando el ser humano se embarca en este ciclo ascendente de renovación permanente, habilita y alimenta capacidades claves para avanzar en el logro de sus propios objetivos. La adaptación, la flexibilidad y la agilidad se convierten en los aliados estratégicos que movilizan “el querer” y lo transforman en el “poder”, una triada que cambia los “no se puede” por “exploremos a ver qué pasa”, que mantiene una postura vigilante y motivada para transformar su entorno y así mismo.

La adaptación es el ejercicio de cambio, de ajuste frente a inestabilidades o inciertos del entorno. Es aceptar la incertidumbre como el nuevo normal de la realidad, para pactar con ella y establecer aquellos elementos que permiten trazar nuevos caminos en medio de aquello que no se reconoce con facilidad. Es el ejercicio de desaprender, para buscar alternativas que lo movilicen en medio de lo desconocido para encontrar nuevos archipiélagos de certezas.

La flexibilidad es una capacidad en la que el ser humano es capaz de retar su tolerancia de riesgo. Es reconocer cuál es su límite inferior y su límite superior, para movilizarse y tener capacidad de maniobra cuando las cosas no salen como estaban previstas. La flexibilidad es un ejercicio que demanda conocerse a sí mismo, reconocer el entorno y contar con el conocimiento previo que le permite decidir y actuar. Es apropiarse de lo aprendido y lanzarse a transformar su realidad y lograr victorias tempranas a pesar de los riesgos y retos que se advierten hacia adelante.

La agilidad no es velocidad para actuar, es capacidad para conectar y desconectar los diferentes patrones conocidos del entorno, y establecer nuevas perspectivas para actuar y movilizar esfuerzos. Es el ejercicio de reaprender que demanda una mente abierta al incierto, que se siente cómoda con la inestabilidad y la volatilidad, lo que le permite avanzar en medio de las turbulencias como agente que se mimetiza con los cambios del entorno y sabe cuándo avanzar y cuándo retroceder. La agilidad es capitalizar la sabiduría de aquello que no sale como esperamos, para trazar una ruta totalmente inédita que nos lleva más allá de lo que sabemos.

Las tres palabras y las tres capacidades definen el nuevo equipaje del hombre del siglo XXI, para enfrentar y superar una realidad convulsa, contradictoria y en permanente crisis tanto por los avances como por los conflictos. Así las cosas, no es cómo vas a enfrentar lo que viene hacia adelante, sino cómo te preparas para contar con los conocimientos que requieres para transformar tu presente y crear el futuro que quieres y deseas.

El Editor

Referencia

Sánchez, E. (2023). Cómo desaprender y reaprender: una clave del crecimiento. La mente es maravillosa. https://lamenteesmaravillosa.com/como-desaprender-reaprender/